Usando nuestro cerebro emocional, me permito mirar el presente con optimismo. Los puentes se construyen en un lapso largo de tiempo, considerando que estos sirvan a muchos a cruzar profundos surcos, ríos o mares. Es por ello que los puentes deben ser construidos tomando en cuenta el terreno, el clima y las necesidades de la población que hará uso de estos, así como el costo, profesionales que estarán involucrados, etc. Con esta metáfora entre los puentes reales y los puentes que estamos construyendo entre la neurociencia cognitiva y la educación es que pensamos que nos encontramos en el proceso, lento pero seguro.
Somos muchos profesores que ya nos estamos formando para colaborar con los ya formados profesionales a tender un sólido y útil puente que nos beneficie a todos. Que seamos todos, no solo los alumnos sino los seres humanos que buscamos una educación coherente y respetuosa de las diferencias y sobre todo que respete los ritmos bilógicos, entorno y genética.
Iniciando un acercamiento entre los neurocientíficos y los educadores
Luego de revisar el material que recoge el punto de vista de algunos neurocientíficos y neuroeducadores que iniciaron un acercamiento decidido y factible entre las ciencias que influyen en la educación como sistema es decir desde las aulas escolares, es que pensamos que estamos en el inicio de la planificación para construir este esperado y necesario puente.
Es importante tomar en cuenta que estamos atrás de una tarea que corre riesgos que pueden una vez más terminar en fracasos. A raíz de los denominados neuromitos, que surgieron en la década de los 90, es que ahora es imperativo un adecuado manejo y difusión de los hallazgos científicos. Al respecto, Campos[1] en su artículo, Descartando neuromitos y construyendo principios sólidos, refiere que se debe evitar cualquier conclusión reduccionista acerca del funcionamiento del cerebro para aplicar en el aula, cuanto evitar la resistencia en permitir que se entienda más al cerebro y se establezca un diálogo entre neurocientíficos y educadores con el objeto de mejorar la calidad educativa.
“Our first goal was to see if knowledge from neuroscience could be useful in educational practice” (Hille 2011)[2]. Las ciencias involucradas en el estudio del ser humano, como son la psicología, biología, antropología, lingüística entre muchas otras, deben de aportar unas a otras para llegar a conclusiones más reales y aplicables. Para los educadores escépticos a los aportes de la neurociencia, les sería quizá más fácil entender sus hallazgos si vienen desde otros abordajes más afines a sus cursos escolares, por ejemplo.
Katrin Hille de la institución Transfercenter for Neuroscience and Learning, hace hincapié en su artículo Bringing Reasearch into Educational Practice, a la necesidad de convencer a los científicos a conversar en un lenguaje amigable y aterrizado en el campo educativo así como la importancia de la formación de los educadores en el campo científico pues en uno de los pilares de este ansiado puente.
Hille (2011) informa que los neurocientíficos se encontraron con una realidad poco alentadora cuando llegaron a los colegios con una “maleta llena de apetecibles manjares”, que consistían en increíbles hallazgos obtenidos en el laboratorio los cuales podrían ser sumados a los manjares de la psicología y la ciencia de la educación. Pero se encontraron con que no tenían a donde colocar esta maleta, pues el lugar adecuado sería junto a las otras maletas de las diferentes disciplinas, “pero no encontraron estas maletas”.[3]
Esta realidad que aún afronta la comunidad educativa, es la que urge revertir. Falta que tanto los neurocientíficos, profesores y psicólogos escolares conversen, se enfoquen hacia un mismo objetivo y realicen investigaciones serias con procesos científicos para que validen muchas de las teorías que surgen a raíz de la experiencia en el aula.
Es indudable que profesores experimentados pueden defender procedimientos exitosos de manejo de conducta en el aula, así como logros en los resultados en temas álgidos de las matemáticas aplicando alguna técnica o táctica quizá inventados por ellos, producto de su experiencia, etc. Pero falta el trabajo de documentación y validación formal, para que sean difundidos y porque no, sirvan para que la neurociencia vaya atrás de estos e investigue que cambios surgen a nivel cerebral que aseguran el éxito. Recién allí comenzaremos a formalizar los procesos y los aportes entre disciplinas que contribuirán a terminar de construir el puente. Recién ahí estaríamos en un entorno transdiciplinario.
¿Por qué no tomar en cuenta que los educadores son los que pueden aportar a la neurociencia?
La pregunta nos lleva a pensar que hay poca claridad entre quien informa a quien, quien colabora con quien… Si bien no es relevante priorizar quien debe informar a quien, lo importante es saber cómo se informan entre sí (Ansari et al).
Hay términos, estructuras, funciones y principios que ya la neurociencia maneja a favor de un entendimiento, hablamos ahora de neurociencia educacional de manera más abierta, ello es un gran paso… que implica que hay educadores tras los hallazgos neurocientíficos y hay neurocientíficos tras los aportes de los educadores.Un lenguaje común ayudará a que haya una mejor comunicación, donde no sea aplicado el principio, de que porque es más complicado, debe ser mejor…
La demanda por parte de los educadores de recetas elaboradas a partir de hallazgos en laboratorio irá cediendo pues los intentos fallidos de utilizarlos, generó la aparición de neuromitos lo que ha demostrado que la aplicación fría de un dato no contribuye en nada a la calidad educativa de la que nos habla Campos (2011, 2016, 2018, 2020).
Propuestas concretas para la construcción del puente entre neurociencia y educación
- Educadores formados con una mirada desde la ciencia del aprendizaje y la neurociencia educacional, en la que se incluya la importancia de manejar el método científico para realizar investigación que aporten datos concluyentes en nuestra realidad y nueva normalidad.
- Es importante que los psicólogos puedan dar sugerencias y abordajes basados en el neurodesarrollo y lo vinculen con el clima emocional y social del entorno educativo, así como con hallazgos de la neurociencia educativa validando estudios de laboratorio en el en espacios de aprendizaje.
- Que se incluya a la comunidad educativa en el conocimiento de los aportes de la neuroeducación ya validados, como son por ejemplo la importancia de los entornos emocional, social y físico, el sueño, las funciones ejecutivas, la autorregulación, las ventanas de oportunidad, la atención a las madres gestantes, a la primera infancia, entre otras. De manera que se difundan aportes que son para beneficio de todos.
Por: Patricia de la Puente
Directora Académica del IMCE -Instituto Mente Cerebro y Educación y ASEDH – Asociación Educativa para el Desarrollo Humano ASEDH.
Referencias
Ansari, D. Coch, D., & De Smedt, B. (2011) Connecting Education and cognitive Neuroscience: Where will the journey take us? Educational Philosophy and Theory, Vol (1), 37-47
Hille, K. (2011) Bringing Research Into Educational Practice: Lessons Learned, Journal Compilation, International Mind, Brain, and Education Society and Blackwell Publishing, Inc.
Campos, A. La Neuroeducación: descartando neuromitos y construyendo principios sólidos, Centro Iberoamericano de Neurociencias, Educación y Desarrollo Humano.
[1] Anna Lucia Campos. La Neuroeducación: descartando neuromitos y construyendo principios sólidos, cit.,pp 1
[2] Nuestra primera meta es saber si el conocimiento de la neurociencia sería útil para la practica educativa.
[3] We wanted to give them a suitcase full of goodies so we could add them… but we didn´t find them.