“Jugar no es cosa de niños, es un proceso social y cognitivo que ayuda a generar confianza, cariño y seguridad” – Stuart Brown
Por: Nicolás Espinoza – Licenciado en educación y magíster en Neuroeducación. Experto en Gamificación
A lo largo de nuestra vida aprendemos de nuestro entorno, nos adaptamos y buscamos fortalecer habilidades que nos entreguen una ventaja sobre lo que nos rodea. Bajo este prisma surgen nuestras funciones ejecutivas las cuales pueden entenderse como los procesos en nuestro cerebro que nos ayudan a realizar todas las tareas de principio a fin. Los usamos cuando planeamos nuestro día, organizamos nuestros materiales, comenzamos una tarea, nos enfocamos en información importante, usamos nuestro tiempo sabiamente y trabajamos con desafíos hasta lograr una meta.
Pero ahora, ¿Estás funciones ejecutivas son estáticas? ¿Cómo podemos potenciar estas funciones? La respuesta inmediata es no, estas funciones no son un elemento estático dentro de nuestro desarrollo neuronal. Y bajo esta idea, buscar elementos que mejoren su desarrollo es un gran desafío para la educación.
Es así como dentro de un abanico de posibilidades, surge el Juego como un aliado en este camino. investigadores como Stuart Brown destacan qué “Jugar no es cosa de niños, es un proceso social y cognitivo que ayuda a generar confianza, cariño y seguridad” ya que cuando los estudiantes juegan ejemplos que involucran estrategia, tienen la oportunidad de hacer planes y luego ajustar esos planes en respuesta a lo que sucede durante el juego. Y es en este proceso de jugar donde funciones ejecutivas como lo son el control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva y la memoria de trabajo de los estudiantes trabajan en conjunto para apoyar el proceso de victoria.
Ahora si llevamos esto a la realidad educativa, como docentes podemos brindar oportunidades enriquecidas con elementos lúdicos para que los estudiantes desarrollen sus habilidades y funciones ejecutivas, a través de interacciones sociales significativas y juegos que se vuelvan intrínsecamente motivantes.
Al implementar este tipo de actividades se logra un enfoque de liberación gradual de responsabilidad, donde equivocarse es parte del proceso de aprendizaje y no un síntoma de error, lo cual puede apoyar el aprendizaje, ya que cómo facilitador del aprendizaje se brinda una instrucción intencional y les da a los estudiantes una explicación explícita de las estrategias o habilidades involucradas en los juegos, y luego les permite la práctica independiente, fomentando la metacognición sobre el proceso de aprendizaje, el cual es otra de las funciones ejecutivas fundamentales para la vida.
En pocas palabras, las funciones ejecutivas suelen ser fundamentales para el éxito de los niños y los adultos jóvenes. Por lo tanto, ¡tiene sentido hacer que practicarlos sea divertido y atractivo! Y los juegos son una excelente manera de incorporar la práctica del funcionamiento ejecutivo a las rutinas de aula.
Es por esto que te dejamos 3 ejemplos de juegos y su aporte al desarrollo de funciones ejecutivas: Stop o Tutti Frutti, Catán y Dobble, en donde se desarrollará el control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva y la memoria de trabajo.