Cuando asumimos la paternidad, nos enfrentamos a situaciones demandantes que nos impulsan a usar diferentes estrategias. Nuestros patrones de personalidad, que se han ido creando, formando y acentuando en la edad adulta, se terminan convirtiendo en nuestros estilos de paternidad (Cuervo, 2010).
Las herramientas que «heredamos»
Las estrategias (evasivo, agresivo, controlado, conciliador, rígido) y formas de afrontamiento que hemos utilizado durante nuestro crecimiento se convertirán en las herramientas que emplearemos para criar a nuestros hijos. Sin embargo, muchas veces, no contamos con herramientas idóneas o suficientes, por eso, debemos modificar nuestros patrones de comportamiento y sumar nuevas tácticas.
Como sospechamos, nuestros estilos de crianza impactarán en la formación de los esquemas emocionales de nuestros hijos, es por eso que nuestra autorregulación es de vital importancia. Se debe tener en cuenta que el aprendizaje de comportamientos y respuestas sociales en la primera infancia se cimienta mediante el modelamiento (Clonninger, 2002).
Los modelos son aquellas figuras de mayor cercanía y vínculo, con roles claros de autoridad, capaces de generar un aprendizaje significativo a través de la imitación. No podemos exigirles a los niños y niñas que sean expresivos y cariñosos si nosotros no demostramos cariño y manejamos una interacción poco comunicativa.
Seleccionando las mejores herramientas
El método disciplinario y de crianza impacta en el desarrollo de diferentes áreas de la vida de los infantes. Cuando nosotros, como padres, mostramos mayor apertura emocional, vínculos afectivos capaces de sostenerse en el tiempo y validación personal, construimos una estructura emocional segura, capaz de hacer frente a los problemas. En cambio, ante estrategias rígidas, de validación externa y con escasa capacidad de expresión, no promovemos la flexibilidad y reforzamos la tendencia a caer fácilmente en un estado de estrés e irritación (Baumrind, 1966).
Investigaciones en el campo de la dinámica familiar revelan cómo determinados estilos de crianza fomentan tipos distintos de respuesta en nuestros niños y niñas (Vallejo y Mazadiego, 2006). Dichos estilos se construyen con base en el involucramiento (grado de atención y conocimiento de sus necesidades), la exigencia y la supervisión. La combinación de estas dimensiones genera cuatro estilos de paternidad: estilo autoritativo, estilo autoritario, estilo permisivo y estilo negligente. De hecho, el estilo autoritativo ha demostrado formar hijos con competencias sociales y académicas, con buena autoestima y un ajuste psicológico adecuado.
Por lo tanto, debemos tener apertura al cambio, cuestionar nuestros métodos y adaptarlos a una dinámica grupal-familiar. La disposición y patrones rígidos o flexibles de crianza que afrontemos con nuestros hijos se convertirán en la forma en la que ellos, más adelante, hagan frente a sus problemas.
Colaborador: Renzo Villanueva
Autor: ASEDH
Referencias
- Baumrind, D. (1966). Effects of Authoritative Parental Control on Child Behavior. Child Development, 37(4), 887-907. Recuperado de http://arowe.pbworks.com/f/baumrind_1966_parenting.pdf
- Clonninger, S. (2002). Teorías de la personalidad. New York: Pearson Educación.
- Cuervo, A. (2010). Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la infancia. Diversitas: Perspectivas en Psicología, 6(1), 111-121. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67916261009
- Vallejo, A., & Mazadiego, T. (2006). Familia y rendimiento académico. Revista de Educación y Desarrollo, 5, 55-59. Recuperado de http://www.cucs.udg.mx/revistas/edu_desarrollo/anteriores/5/005_Vallejo.pdf