Aunque no lo recordemos, cuando estuvimos en el vientre de mamá, experimentamos distintos movimientos involuntarios que son el comienzo de una aventura muy importante para nuestro futuro desarrollo.
Movimiento consciente e inconsciente
La psicomotricidad es una metodología multidisciplinar que considera que nuestro cuerpo y nuestra mente están conectados. Principalmente, busca que desarrollemos nuestras capacidades individuales a través del movimiento consciente para conocernos mejor y a nuestro entorno (Pacheco, 2015; Pérez, 2004).
Pero, antes de lograr la conciencia del movimiento, los niños y niñas desarrollan acciones motoras involuntarias que, luego, van a formar diferentes movimientos complejos, como gatear, caminar, subir y bajar escaleras, entre otros (Pacheco, 2015).
Sin lugar a duda, esta disciplina es muy significativa para el desarrollo infantil, debido a que el movimiento corporal es el medio comunicativo más primario que poseemos; el cual se integrará con otras formas de expresión, como la oral, musical, plástica, etc. (Pacheco, 2015).
Potencialidades del movimiento
Los procesos que involucra la psicomotricidad nos permiten desarrollar capacidades como el esquema e imagen corporal, la lateralización, la coordinación dinámica, el equilibrio, la ejecución motriz, el control postural, la coordinación viso-motora y la orientación espacial. Estas habilidades son muy relevantes en la etapa escolar, ya que, no desarrollarlas debidamente podría traer problemas en ciertos aprendizajes, como conjugar o realizar operaciones matemáticas, por ejemplo (Pérez, 2004).
Incluso, el tener problemas con la motricidad gruesa puede repercutir a nivel afectivo, pues el niño o niña podría sentirse torpe y limitado para expresarse con el cuerpo, lo que puede acarrear consecuencias negativas, como falta de confianza en sí mismo y baja autoestima (Pérez, 2004).
Por ello, para desarrollar esta área en los niños y niñas, es importante proporcionarles actividades agradables en espacios que promuevan el movimiento a través de obstáculos (para trepar, colgarse, arrastrarse, saltar). Solo de esta manera, el niño irá atravesando las distintas fases hasta poder completar de manera óptima el ejercicio de la motricidad fina, la cual precisa de un mayor nivel de autocontrol del cuerpo.
Autor: ASEDH
Colaboradora: Silvana Saroli
Referencias
- Pacheco, G. (2015). Psicomotricidad en Educación Inicial. Algunas consideraciones conceptuales. Recuperado de http://www.runayupay.org/publicaciones/psicomotricidad_nivel_inicial.pdf
- Pérez, R. (2004). Psicomotricidad. Teorías y praxis del desarrollo psicomotor en la infancia. Vigo: Ideas Propias.