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Resiliencia

La resiliencia es una capacidad útil para hacerle frente a las adversidades que se pueden presentar, superarlas e inclusive desarrollarse y fortalecerse como persona.

Esta capacidad puede ser vista como un rasgo de personalidad, es decir, algo innato, donde sus características son el ver equilibradamente la propia vida, la perseverancia, la confianza en uno mismo, la autonomía y el sentido de vida (Waugh, 2008). Sin embargo, la resiliencia también puede desarrollarse en cualquier momento de la vida, así como también podría mantenerse en el tiempo o perderse. Existe algunos factores protectores, los cuales favorecen el desarrollo de la resiliencia, como tener vínculos afectivos seguros, estabilidad familiar, experiencia educativa y laboral, buen estado de salud, así como hábitos saludables. Asimismo, existen factores de riesgo, es decir, que podrían aumentar la posibilidad de respuestas negativas ante adversidades, como podría ser crecer en un ambiente violento o baja autoestima.

Para el desarrollo de la resiliencia, lo más fundamental será la calidad de los vínculos desde el inicio de la vida. Dependiendo de cómo sean, las personas desarrollamos una personalidad más propensa a la resiliencia, mientras que otros más propensas a ser vulnerables.

El contexto actual puede ser considerado como una adversidad. Muchos niños, adolescentes, adultos y adultos mayores, encuentran que la pandemia resulta estresante, por dificultades en lo académico, en lo social, emocional, laboral e incluso debido a las dinámicas familiares que han variado debido al distanciamiento social. Aquellas personas resilientes, llevan este período crítico de manera positiva y sobrellevan las dificultades y encuentran oportunidades de desarrollo, mientras que quienes no lo son, se encuentran centrados en las dificultades y adversidades.

La resiliencia puede ser desarrollada en cualquier momento de la vida y de distintas maneras, por ejemplo:

  • Generando vínculos afectivos seguros (familiares, amicales y laborales)
  • Comunicarnos constantemente, compartiendo emociones, expectativas, deseos, necesidades.
  • Reconociendo nuestros logros y los ajenos
  • Entendiendo las necesidades propias y las del otro
  • Demostrándoles a los demás que son personas importantes para nosotros.
  • Cuestionando cómo nos sentimos y cómo se sienten nuestras personas cercanas
  • Cuestionando nuestros vínculos
  • Participando de acciones comunitarias (voluntariados, acciones benéficas, ayudando al vecino)
  • Compartir con otros

Un niño con vínculos seguros, donde hay figuras de autoridad que prestan ayuda a su comunidad, generará factores protectores, que fomentarán la resiliencia. Seamos el ejemplo para los niños.

alandavere

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